top of page

Que tus vacíos no se queden vacíos

Ya sé, ya sé. El día de los padres ya pasó, pero la paternidad nunca acaba, ¿o sí? La verdad es que les quiero contar y testificar sobre mi reencuentro con mi padre biológico, el cual no veía desde hace seis años y con el cual había cortado la comunicación por circunstancias que no estaban en mis manos. Si has leído mi primer libro Soy una mujer como tú, ya sabrás un poco más de porqué hubo distancia entre nosotros desde mi niñez. No les puedo mentir, la figura paterna me hizo mucha falta. De algo que estoy muy conscientes es que, aunque mi mamá intentó hacer todo lo posible por darme todo lo que necesitaba, nosotras las madres tenemos un límite. El resto le toca a Dios, pero cuando no vemos a Dios como Padre y como proveedor y aquél que lo llena todo, nuestros vacíos se quedan así, vacíos. Yo necesitaba saber que sobre todas las cosas Dios era mi Padre y creador. Gracias al Señor conocí a un hombre maravilloso que ha sido un excelente padre para nuestros hijos y que a través de él he podido presenciar todo lo que Dios puede hacer a través del hombre que le sirve y le ama. Tuve también figuras varoniles que fungieron por pequeños momentos la figura de padre y través de ellos aprendí muchísimo y recibí amor, pero no eran mi padre. Por mucho tiempo desee y supliqué porque mi padre me amara como yo quería. Pero no se dio como yo deseaba, puesto a que ambos tenemos distintas maneras de amar. Mientras leía el libro "Amar es para valientes" de Itiel Arroyo, Dios me hizo un llamado a perdonar y renovar. Me costó mucho tiempo sanar, me costó mucho tiempo aceptar la idea. Fue entonces cuando el Señor me dio una asignación: llevar mis hijos a ver a sus abuelos. No era yo quién para dividir estas relaciones, no era yo quién para decidir si conocerían o no a sus abuelos, porque al fin y al cabo yo estaría ahí protegiéndolos. Dicho sea de paso, que sus abuelos (mi padre y el padre de mi esposo) no son personas de temer. Pero hay heridas que cuestan sanar y que no queremos que esas heridas vayan pasando de generación en generación y es entonces cuando queremos tomar la justicia en nuestras manos. Pero no es lo que Dios desea. Fue así como decidí que si viajaba a Puerto Rico tendría una lista de encomiendas de parte de Dios que no era fácil de llevar, pero ahí estaba Dios proveyéndome todo lo que necesitaba. Tengo que decir que al llegar a Puerto Rico en mis supuestas vacaciones (porque Dios tenía otra agenda) se pusieron los huevos a peseta, como dicen en mi país, porque ya era realidad. Enfrentarme con el perdón en acción. El perdón cualquiera lo dice, pero no todos lo ejecutan. Primero fuimos a ver al padre de mi esposo (mi suegro), allí me llené de valentía lo detuve y le dije unas palabras. Nos abrazamos y hasta unas lagrimitas salieron. Luego de tres semanas en Puerto Rico llegó la hora cero de ver a mi papá, algo que había procrastinado por pensamientos limitantes, de inseguridad y miedo. Me decía a mí misma: "¿después de tantos años sin vernos o hablarnos por teléfono, me recibirá?" Hablé con mi mamá, con una de mis hermanas para agarrar confianza, oré a Dios todo el camino y llegó el momento de bajarme de automóvil. Al llegar no estaba, pero su pareja lo llamó al teléfono y regresó bastante rápido a la casa. Por sorpresa al verme se alegró, nos abrazamos y nos alegramos. Esta vez lo vi con ojos de amor, sentí lo genuino que fue al verme. Sus nietos lo saludaron con amor y alegría. Debo decir que el miedo se fue, que las preocupaciones no cupieron, que Dios me hizo sentir muchas cosas hermosas. Pero, sobre todo, que me fui con la tarea de orar más que nunca por su salvación y alegría. No llevo nada en mi corazón que no sea mío, nada que provoque dolor. Porque una vez le permití a Dios ser mi proveedor y comprendí que Dios es mi Padre más allá de mi creador, todo lo que pensaba estaba vacío de repente estaba lleno. No hay nada que un humano pueda llenar que le toque a Dios.


Con todo esto quiero decirte que, si hay algo en tu corazón que te mantenga cautiva emocionalmente, lo entregues hoy a Dios para que puedas ser libre y liberes también a quien piensas te debe felicidad. Sea tu padre, tu expareja, un líder, tu madre, alguno de tus hermanos biológicos o en Cristo. Date la oportunidad de descansar en los brazos del Señor. ¿Cómo logramos descansar en Él? Pues la respuesta es muy fácil, conociéndole. Yo te ayudo a hacerlo a través de mi libro En la intimidad con mi Padre.

Cuéntame cómo te ha ayudado esta entrada y si te puedo ayudar en algo más. Dejame tus comentarios y los estaré leyendo y contestando. Pedes también seguire a través de las redes sociales como Soy una mujer como tu.

87 visualizaciones2 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page